viernes, 11 de julio de 2014

Lactancia vintage

Mirad qué joya he encontrado en la biblioteca de mi pueblo:


Pertenece a la colección "Érase una vez el cuerpo humano", volumen 20, "El nacimiento-II", editada por Planeta-Agostini en 1985.

Esta es la imagen de la lactancia que se daba a los niños en los años 80, completamente normalizada. Me resulta particularmente chocante porque siempre se dice que en esa época se ignoraba la lactancia materna y se animaba a las familias a lanzarse a la leche artificial, al servicio de las farmaceuticas, ocultando una imagen natural de la lactancia.

Nada más lejos de la realidad que muestra este libro. Se hace un corte del seno sin esconder ningún detalle de su anatomía, y se muestra a una madre lactante con un pecho semidescubierto, como una imagen cotidiana. En el texto se dicen cosas tan sensatas como estas:

Como mamíferos que somos, los senos de la mujer están preparados para alimentar a sus hijos cuando nacen

Al principio es sólo un líquido amarillento, pero ¡ojo! es tal vez el más importante para el bebé: esta sustancia, llamada calostro, contiene los anticuerpos necesarios para prevenir toda clase de infecciones en las primeras semanas de vida.

Después, la secreción de leche se va haciendo más regular y el niño puede saciar sobradamente su apetito.

En todo este libro no aparece la imagen de biberones. Sí se hace referencia a ellos a veces, para decir por ejemplo: Ésta [leche] puede ser artificial, pero es preferible que sea leche materna. 

No hay ningún chupete, ninguna imagen de bebés llorando, ni un consejo para dejarles llorar.

En cambio sí que hay varias imagenes de bebés acunados en los brazos de sus madres,  bebés jugando felices, incluso consejos que se podrían enmarcar en la crianza con apego:

Durante los dos primeros años de vida, la presencia y la tutela de la madre son insustituibles para el buen desarrollo del niño.

La única forma que tienen los bebés de expresarse es el llanto. [...] el llanto es una llamada de atención que los adultos debemos atender.

En cambio en los libros escolares de mis hijos no se ve una teta ni de casualidad. Cada bebé aparece acompañado de su biberón. Una vez se lo comenté a una madre del colegio, una persona que había amamantado a su hijo mayor y aún amamantaba al pequeño, y me contestó que no se imaginaba un libro infantil con una teta.

Bueno, pues aquí está, un libro infantil con una teta. Y no se ha editado en el siglo XXI, no, es de la época de nuestras madres.

sábado, 5 de julio de 2014

Dejando huellas


Teníamos que hacerlo.


Hace un montón de tiempo que vimos estas ¿chanclas?

de estilo japonés en No puedo creer que lo hayan inventado y desde entonces las necesitábamos. Pero no las compramos porque parecen requeteincómodas para caminar.


Sin embargo, hace poco vi este pin de Baballa y se reabrió la vieja herida.

 
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